Busque, compare y si encuentra algo mejor...
Hace más de tres décadas que el famoso spot de una marca de
detergente ponía de manifiesto algo obvio: si algo es mejor en un lugar
que en otro ¿por qué no comprarlo ahí? Desde hace un tiempo ha saltado
la polémica de una práctica conocida como showrooming, que consiste en
hacer una comparativa de precios de un producto de forma online mientras
se está observando el propio objeto en la tienda física. Para muchos
esta práctica resulta poco ética, tanto es así que en un comercio
australiano han comenzado a cobrar a sus visitantes tan solo por cruzar
las puertas de su establecimiento.
Dicha “tasa” es descontada del precio del producto si finalmente el
visitante adquiere algo. De momento, esta medida ha provocado que los
potenciales clientes piensen dos veces si realmente van a comprar o a
echar un ojo. En España aún no se ha llegado a este extremo, sin
embargo, la práctica del showrooming si que ha provocado varias quejas,
sobre todo entre los pequeños comerciantes, para los que la venta
tradicional es el único sustento.
La polémica está servida, mientras algunos piensan que la comparativa
de productos fomenta el comercio, otros piensan que solo favorece a los
gigantes de venta online. Los seguidores de esta última teoría
argumentan que los compradores solo visitan las tiendas para ver el
producto y probarlo, pero que a la hora de la comprar se deciden a
realizarla de forma online.
Ético o no, no se debe olvidar que hay dos caras de una misma moneda.
Por un lado, es completamente cierto que muchas personas prueban el
producto en la tienda y comparan su precio de forma online para saber si
la compra es más atractiva en un lugar que en otro.
Sin embargo, en muchas ocasiones la diferencia de precio no resulta
tan atractiva para el comprador, que decide adquirirlo en la tienda por
comodidad. Bien es cierto, que la irrupción de las nuevas tecnologías a
la hora de la compra ha convertido al consumidor en más inteligente y
menos compulsivo.
Un cliente que busca más información de los productos que desea
adquirir, gracias a que móviles o tablets se han convertido en una
herramienta indispensable a la hora de ir a la compra. En definitiva, un
consumidor mucho más exigente que sabe muy bien que es lo que quiere
adquirir, cómo lo quiere y a qué precio lo quiere.
Sin embargo, muchas opiniones afirman que hay otra forma en la que
los internautas emplean internet. Esta es, buscar las características de
los distintos productos, e ir finalmente a una tienda física para su
adquisición, lo que se conoce como efecto “ROPO” (Research Online
Purchase Offline).
Esta puede ser una ventaja para el comerciante, si la sabe
aprovechar, es decir, si consigue ser más competitivo que sus oponentes,
ya sean presenciales o virtuales.
Si se le ofrece al cliente una atención satisfactoria y de calidad, no buscará en otro lugar lo que tiene ya ahí.
Por ello, es importante incluir una información detallada de los
productos en el punto de venta, y contar con un personal debidamente
formado que pueda resolver las dudas, ofrecer información detallada,
junto a una atención exquisita y un trato personalizado.
En definitiva, la práctica del showrooming nos muestra un nuevo
perfil de comprador inteligente y más racional al que las empresas
debería tener en cuenta para analizar estos nuevos hábitos de compra y
así adaptarse a sus necesidades y ofrecerles a través de canales o
dispositivos electrónicos promociones u ofertas concretas, información
adicional sobre los productos solicitados y reforzar de este modo el
servicio de atención al cliente. De cualquier modo, está claro que con
el showrooming no se ha inventado nada.
La búsqueda del mismo producto a un precio menor es algo que lleva
años practicándose, la diferencia es que ahora se realiza desde la palma
de la mano. El viejo slogan renueva por tanto la afirmación a: navegue,
compare y si encuentra algo mejor cómprelo.
Articulo de Opinión publicado en los siguientes medios:
http://cincodias.com/
http://www.elmundofinanciero.com/